martes, 3 de febrero de 2009

Popurrí


Como una simple mirada puede estremecer a lo que hoy llamas “tu mundo”. Cuando lo que simplemente era tu casa, tus amigos, alguna cosilla por ahí y por acá. Cuando piensas que lo mejor de tu vida, es tu propia vida… cuando no piensas en nada más que eso, vivirla contigo y pensar que estando tu bien, el resto del mundo que se joda.


Pero por alguna razón, te estremecen, te zamarrean, como cuando tu mamá te dice, ¡hey! ¡atina!, como cuando dices si de hoy empiezo, como cuando dices, si tengo ganas de ir a verlo y no vas, cuando de verdad tu sabes que no tienes las ganas suficientes, como cuando te sientes solo y empiezas a escribir…Como una persona puede cambiarlo, por completo. Eso, a lo que tú llamabas tu mundo, en el cual estabas tu y tu egocéntricamente tu.

De alguna u otra manera, te das cuenta que “no sirves”, si tu mamá no te despierta con un beso, si tu hermana no te molesta, si tu papá no te dice “mi negrita” y si no vas a pasear con Damien Rice para prometer que escribirías, si esa persona no te llama, si esa persona no te saca de ese mundo tan normal.


Lo que pasa cuando uno no puede decir lo que sientes, cuando no hay palabras para explicarlo, es como… cuando te hacen daño las chalas nuevas, cuando botas la taza de té accidentalmente en tus piernas y dejas la mesa toda mojada y las personas todas paradas para cambiar el mantel, cuando lloras por una canción y no sabes porque, cuando dices te quiero, y te das cuenta que te sacaste un “peso de encima” y mientras lo dices tu corazón palpita hasta que llega a tu garganta apretada.


No soy de esas personas que hacen las cosas de forma constantes, como no sé… correr todos los días, no comer dulces, y hasta leerme ese maldito libro. Faltas de gana, de tiempo, que se yo. Tampoco ese tipo de personas que son predecibles, soy un poco cobarde, hasta débil con sus propios problemas…pero hay algo que ahora se me ha “agudizado” y hasta sentirlo a flor de piel, que me vuelve más vulnerable de lo común, es sentir…volver a sentir. No ser tan maquinista para todo, y todos… hay que recordar lo que realmente somos, o éramos.